Otro ejemplo es el ciervo colorado, proveniente del hemisferio norte, que una vez "instalado", desplazó a la población nativa del Huemul, arrasando con la mayor parte del alimento de la despojada especie pampeana.
También nos podemos encontrar con la introducida trucha arco irirs, que es una de las especies más dañinas para las comunidades acuáticas de la Argentina.
Esta competencia no sólo se presenta en animales vertebrados, sino también en plantas. El cardo europeo fue usado como combustible, cubriendo a una gran cantidad de especies de plantas autóctonas de la luz. Se puede considerar "competencia", porque si una perdura, la otra debe morir o desplazarse a otro territorio. Sin embargo, no necesariamente las especies introducidas deben ser un problema para las especies nativas. Pueden tener el rol de presa, siendo cazados por depredadores locales, pueden encontrar un hábitat sin competencia, favorable para su desarrollo, o pueden cumplir el rol del depredador o "usurpador" de territorio y alimento.
Un ejemplo de supervivencia sin competencia es el del bicho canasto, que viaja con el viento patagónico mayormente sobre las tierras de Río Negro, causando muchos problemas a las cortinas de álamos criollos. Un productor de frutas decidió cambiar esa cortina de álamos criollos por una de exóticos colores blancos y azules, buscando como beneficio que sus cortinas forestales no pierdan su función de proteger los frutos del viento patagónico. Él considera que el cambio repentino de especie de álamo hará que los bichos canasto no se peguen a sus hojas por una cuestión de "acostumbramiento" o falta de evolución para decirlo de alguna forma.
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